Seguridad vial para niños – Sistemas de retención infantil
No manejan, no beben, no rebasan los límites de velocida; pero cada año, solo en México mil 800 niños pierden la vida en un accidente de tránsito. Más de la mitad de estas muertes sucede dentro de un vehículo. El resto, son menores atropellados. ¿Quién tiene la culpa?
Como conductores, tenemos la responsabilidad de la seguridad de nuestros pasajeros; es por esto, que debemos usar correctamente los sistemas de retención infantil que proporciona seguridad vial para niños pasajeros.
Según la Organización Mundial de la Salud; en las Américas, las lesiones por tránsito representan la primera causa de muerte en niños de entre 5 y 14 años.
“El cinturón no me va a evitar accidentes”; asegura el ingeniero civil y experto en seguridad vial, Germán Camacho Uribe, “pero disminuye el riesgo de tener daños mayores. Los niños siempre acatan lo que los mayores les dicen y si el mayor no está acostumbrado a eso (el uso del cinturón), entonces el niño es el que va más desprotegido”. Los niños no son sólo los más vulnerables, sino que también son los más frágiles.
Los sistemas de retención infantil protegen a los lactantes y los niños pequeños contra las lesiones que se pueden producir en un accidente. Dichos sistemas reducen la probabilidad de accidente mortal en aproximadamente un 70% entre los lactantes, y entre un 54% y un 80% entre los niños pequeños.
Situación en el mundo con respecto a la seguridad vial para niños pasajeros.
Hay leyes que exigen el uso de sistemas de retención infantil en 96 países.
La mayoría de los países de ingresos elevados disponen de leyes sobre el uso de sistemas de retención infantil. Caso contrario, dichas leyes son mucho menos frecuentes en los países de ingresos bajos y medios.
La observancia de las leyes sobre el uso de sistemas de retención infantil sigue siendo baja; incluidos entre ellos los países de ingresos elevados. Solo 17 países ( el 9%) se considera que tiene una «buena» observancia. (OMS)
Pruebas de impacto.
Para morir en un auto no requieren que el vehículo vaya a más de 20 kilómetros por hora; así lo confirman cientos de estudios internacionales sobre seguridad vial, pero, para comprobarlo, Perspectiva 13 y EL UNIVERSAL fueron testigos de un par de pruebas de impacto realizadas en el Centro de Experimentación y Seguridad Vial (CESVI) en Toluca (México).
Se impactaron dos vehículos contra un muro de concreto. Dentro de los autos viajaban los “dummies” (muñecos cuyo peso y articulaciones replican las de un ser humano) de un adulto y de un niño de alrededor de 10 años.
En un primer escenario se colocó el “dummie” del menor en el asiento delantero y sin asegurar. En el segundo, sin cinturón, pero en el asiento trasero.
La velocidad al momento del impacto osciló entre 20 y 30 kilómetros por hora para “representar un accidente típico urbano que es donde suceden las muertes: para ir a la escuela, a la tienda, al súper”, indica Francisco de Anda, del Cenapra.
Resultados del primer impacto.
“Los ‘dummies’ no estaban sujetos y tuvieron un desplazamiento hacia la parte frontal. El ‘dummie’ del niño tuvo impactos muy fuertes”, detalló Miguel Guzmán, subdirector del CESVI, conforme recorrió la escena del choque.
«El golpe principal lo tenemos en el pecho contra lo que es el tablero; observamos daños bastante severos en las rodillas y las piernas. Hay deformación también del tablero, hay un impacto fuerte de la cabeza hacia el parabrisas; se observa cómo está estrellado”, describió.
Un paramédico invitado a la prueba tradujo: “Sería un paciente de 10 años con traumatismo craneoencefálico, en este caso posiblemente también tendríamos una fractura expuesta del fémur derecho, probablemente también fractura en costillas y esternón”.
El “dummie” del niño presentó lo que se conoce como el síndrome del deslizamiento, muy común en niños accidentados. Los que no salen volando se deslizan y quedan atrapados dentro de los autos.
“Los 25.22 km por hora pueden parecer poca velocidad pero no lo son”, explicó Miguel Ángel Guzmán. “Cuando hay impacto contra un vehículo se podría considerar esta velocidad a 50 km por hora”.
Por razones anatómicas los niños están más expuestos que los adultos, pues proporcionalmente su cabeza es más pesada; por ello, salen proyectados como misiles. “Se para el carro y el niño sigue a 50, 70, 80 kilómetros por hora y sale disparado”, subraya Arturo Cervantes.
Resultados del segundo impacto.
La cabeza es la que impacta primero y por ello las lesiones de los accidentes en menores de edad suelen ser las mismas: fracturas y deformaciones craneales en primer lugar y, en segundo, daños en la columna.
Esta última se presentó en el segundo choque, con el “dummie” viajando atrás y sin cinturón. Se observó cómo su cabeza chicoteó tras impactarse contra el asiento que se ubica adelante de él.
“Este impacto se dio en 40% de la superficie delantera del vehículo y no fue un impacto totalmente de frente; el ‘dummie’ se recorrió a la derecha, hay un efecto látigo que le lastima las cervicales, también hay golpes en la cara y posibles lesiones en rodillas y tobillos”, dice el especialista del CESVI.
La escena no es tan aparatosa como en el primer impacto. No hay vidrios rotos. Sólo el asiento delantero desplazado, pues ahí se colisionó el niño. Pero queda una pregunta latente entre quienes observaron la prueba: ¿un chicotazo así bastaría para desnucar a un menor o para causarle daños irreversibles en la columna?
En la siguiente pagina de Facebook encontraras información de seguridad vial para niños pasajeros. Importancia y uso correcto de sistemas de retención infantil. Por amor abróchalos.
Fuentes | OMS y Periodico El Universal 23-02-2009
Foto | Squiggle